domingo, 31 de mayo de 2009

Para ti.

Te odio tanto como me lo permite este corazón de madera estrecha y amortajada; porque no quiero sentir otra cosa, ya se pasó la época y ahora sólo queda un silencio que me acecha. Te odio aunque no pueda, aunque un malogrado amor se escabulla por mis poros; a pesar de que hoy amaneció igual que ayer, y los días carezcan de sentido. Estrellándome contra mis temores, me tiemblan los dedos y me niego a escribirte, se me incendian los labios y no quiero nombrarte.

Te odio tanto como me lo permite el cuerpo, porque hoy aposté menos y tengo miedo. Porque creí el corazón hueco y me obligaste a renacer.

viernes, 29 de mayo de 2009

Nuevo.


Hoy hablo de ti como si tuviera el corazón limpio, como si el amor se azotara violento contra mi pecho y mis venas. Hoy hablo de ti como siempre quise hacerlo; quiero que me mires y no me veas, que extrañes mi voz y la encuentres bajo tu cuello. Hoy te encuentro distante y recién te conozco, me embargo de tus colores y me arden los ojos, la piel; las pestañas escarchadas. Sucedáneo a mis letras, el fuego está gritando y mis oídos explotan, el fuego me habla de ti como yo lo hago ahora, y tu nombre aún tiembla, se difunde, y acerta. Creo que te amo y no quiero. No hoy; no esta vez.

sábado, 23 de mayo de 2009

Si ya te vas.

Sin reflejos y directo a los ojos. Trémulo. Consciente. Estalló de pronto y yo, desorientada, encontré tantos culpables y ninguno eras tú. Ya no queda mucho de qué hablar; sólo me sale el dolor en verso por tus ojos miel borrándose entre la gente. Si ya no me enamoré de un cuento de perdices, si ya no conocí a Benedetti, si ya me ahogo en mi propia inspiración; vete porque aquí me sobra llanto y cobijas. Vete porque a pesar de mi nostalgia, yo ya te dije adiós.
Si ya me dejaste caer; ya no puedes salvarme.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Tanta sangre entre tus manos.

Poco a poco van cesando los truenos, y aunque no alcanzo a ver el sol: la tormenta esfumó su especie y jamás le vi volver. Hoy me siento en felicidad escuálida y desesperada, por las voces que me gritan, por el arranque de tu piel. Hoy tengo poemas en la médula que se te clavan en la espalda; tres versos corrompidos que no pude hacer canción. Hoy me quiebro en cuatro partes y así mismo me recojo; porque éramos dos y sólo queda uno. Porque siento la muerte próxima y el nacimiento lejano, porque ahora que puedo verte hay tanta sangre entre tus manos. En qué momento, vida mía; en qué momento olvidaste que yo también estaba viva.

sábado, 9 de mayo de 2009

Relevo (sin vuelta).

Sabrás hacia donde giró tu timón en el momento dado. Dónde terminaste después de pasar por todo y quedar con nada; dónde reposa esta alma humilde, errante y cansada. Tus sueños ya no son los míos. Tu boca ya no delinea la mía. Mi camino va por la tierra seca de llanto y roída de andares; tú camino va por allá y acá, te quise tanto pero ya perdí el recorrido de tus pies. Esta estrechez de vida se acrecienta y estremece, tú quieres autonomía de palabra y colores de risas. Yo prefiero cansarme de tanta metáfora; y con estos débiles dedos escribirte, y con esta voz triste cantarte. Quizá me oyas grave antes de marchar, y sepas que hace muchos años que dejaste de ser paz para estos brazos. Sosiego para estos hombros. El vértigo que me da despedirme se ata a mi cuello; cada vez más insoportable, cada vez más despacio; sólo quiero decir que sin ti termina la era esporádica y de nuevo comienzo otra vez.

domingo, 3 de mayo de 2009

Yace y muere (con verso triste).

Yace entre tu pecho inconsciente y callejero. Se escabulle por tu cuello; muere por tu boca. Protesta la atención perdida y me margina de sus fauces. Le infunde odio a esta injusticia y se acoraza de cobarde. Tú, ya eres tú, y sabes que yo no quería perder e igual perdí. Sabes que extrañaré aquellos días, y de todas formas te esfumas. Sabes que extrañaré la primavera, y de todas maneras te esfumas. La mirada clara sólo acrecienta mi fervor, se estampa esta vez en mi pecho y termina toda duda. Sígueme, que me siento la sangre temblando y olvidé hacia donde era. Sígueme, que ojalá me hubieran arrancado el corazón y los ojos, que ojalá me hubieran enterrado viva y sorda, y muda y sincera. Tu pecho se eleva y se me empaña la vida; quedé sin ti y así me siento.